jueves, 24 de septiembre de 2009

Infulas

 
Creo que voy a hacer algo pretencioso. Lo creo por muchos motivos. Sospecho  que es pretencioso excusarme de entrada. Pero no importa. Hoy estoy pretencioso, se ve.

Hace unos días, el martes creo, una compañera de caminos varios me sugirió que explicara el por que la “a” de peralta entre paréntesis. La verdad es que deseche la idea casi al instante porque me pareció pretenciosa.

Es así, con la a entre paréntesis, como se escribe la formula del objeto a. Es un concepto del psicoanálisis lacaniano que me fascino particularmente desde mis viejas épocas de universitario. La idea, más o menos, es  que este objeto es el resto que deja detrás  la introducción de lo simbólico en lo real.  Ya me voy a ir achicando ante semejante pretensión. Es difícil de explicar. 
       
Lo primero que hay que rescatar de esta definición es que el objeto es resto. Es lo que sobra, lo que excede a una operación que no puede asimilarlo. Entonces ya tenemos dos puntos interesantes. Es resto de determinada operación.  Lo que no sabemos aún es Que opera y Sobre Que opera. Lo que opera es el lenguaje, la estructura significante. Esta estructura opera sobre la carne, sobre lo vivo. Si tenemos en cuenta que el agente es un sistema discreto operando sobre un continuo, es válido suponer que exista un resto de esa operación.

 Para Lacan  el Significante opera constantemente sobre el cuerpo. Si el lenguaje forma parte del Orden  Simbólico, lo vivo es del Orden de lo Real. Hay que pensar en lo vivo como aquello que no puede ser capturado por el Significante. Es decir que no puede ser nombrado.  Como nuestro razonamiento esta ordenado como el lenguaje solo podemos hacer el esfuerzo de concebir lo irrepresentable. Lo vivo solo es a condición de escaparle al significante.  

        Tenemos entonces, una estructura externa al sujeto que opera sobre el. Lacan insiste bastante sobre esta operación. Mortifica la carne, produce cortes. Es violenta porque los términos en juego son profundamente irreductibles el uno al otro. Esto genera un resto. Parte de lo vivo es significado, alcanzado por el Significante, el resto relanza la operación infinitamente. Ese remanente que no podemos nombrar es, en alguna parte de la obra de Lacan, el objeto a, o (a). Y lo que se relanza infinitamente es el deseo humano.  Deseo humano porque solo el hombre, y ninguna otra especie, esta sujeto de manera inevitable a la estructura del lenguaje.  El objeto solo es a cambio de no ser.

        Esto fue pretencioso por varias razones.  Es una demostración gratuita de saber.  Es pretencioso, en mi caso,  suponer ese saber. No solo eso, además creerme habilitado para explicarlo en unas pocas líneas.  

Yo más bien creo que son delirios de relevancia de un dizque intelectual. De todos modos, ojala se les de por curiosear  un poco los libritos de Lacan.  Se los recomiendo. Fui pretencioso una vez más.

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