lunes, 5 de octubre de 2009

Que lo pario

             
            No tengo ninguna frase disparadora para empezar a escribir. Nada de latiguillos con olor a actualidad del tipo “Un amigo me contó…” o “Cuando caminaba por la calle vi.…”. No ché. No me quedó nada. Pero no voy a andar esperando disparadores para comentar alguna cuestión que me genera cierta inquietud. De todos modos, hay cositas por ahí de las cuales me podría agarrar. Fíjense después. Nada con el peso pornográfico con el que se exhiben de vez en cuando, pero… No será sexo explícito pero una teta por ahí ves, ojo.
        Quiero intentar dimensionar una idea que usamos de continuo para empezar. El concepto de persona. Voy a caer en una cantidad inmensa de lugares comunes. Tengo que decir que una persona es tal solo en la interacción con otras y producto de esta interacción. Inevitable. El psicoanálisis ofrece un armado teórico más que interesante al respecto. Para ser más riguroso con la terminología cambio persona por sujeto. Sujeto a los demás, al lenguaje, a los vínculos. El sujeto lleva en sí las huellas de esa sujeción y lo que de él resiste esa sujeción. Lo que lo hace diferente de cualquier otro. Un hombre es lo que hace con lo que hicieron de el, decía Sartre creo. Lo notable acá es la importancia de un otro en esto de hacernos gente. De ser posible  un otro  que te cuide, te alimente, te enseñe a hablar, que te quiera. Básico, ¿no? En estos menesteres es decisivo el deseo de ese otro de hacer todo eso. Sino la cosa no marcha mucho.
          Con esto quiero destacar una decisión, una intención de formar sujetos. No es que de lo contrario esto no vaya a suceder, pero hay que explorar las consecuencias en cada caso. En este punto, la ausencia de intensión es mortífera. Nadie puede volverse gente si el universo conspira en su contra. Gente, digo, como sujeto pleno, feliz, dentro de lo que se puede, agente de su historia y no mero espectador.
          Esta perspectiva está ausente por completo en los planteos que condenan el aborto. Se entiende al ser como pura biología. Se minimiza al extremo el papel del deseo de los padres sobre la subjetividad en formación. La maternidad o paternidad se vuelve un dato inevitable, pura fatalidad. Claro, no estoy de acuerdo. Entiendo la maternidad, o su variante masculina, como el deseo de ser madre o padre. Distinto es plantearlo como la obligación de parir. Parir no es ser madre y no haber parido no impide serlo tampoco.
          El argumento es la defensa de la vida desde el primer momento. La vida como posibilidad. Hay que decir que la concepción es condición necesaria pero no suficiente. Nada indica que luego de la concepción uno se vuelva hijo sin más. Existe ahí un deseo en juego, una decisión que nos excede. La vida es siempre vida en potencia. Siempre. Con este argumento sería igual de punible la masturbación, a menos que te las arregles para no eyacular y tornes tu vida un infierno espantoso. Sorpresa. Adentrándonos un poco más en el código penal de la iglesia la masturbación figura entre los delitos pasibles de condena. No es que yo quiera hacer de la paja una causa nacional, pero ¿a que clase de obtuso se le antoja cuestionar la fisiología mas básica y primitiva, la naturaleza humana misma? ¿Es válido legislar o pretender hacerlo basado en las transgresiones mas flagrantes al cuerpo humano, a la sexualidad y a la capacidad de decisión sobre el propio cuerpo? Estimo que no.
        Por supuesto los golpes bajos están a la orden del día. Se criminaliza a quien decida interrumpir su embarazo. La imagen es la de una asesina. La idea es hacer equivalentes dos términos bien distintos. Se apela a la culpa, a la sospecha de que se está asesinando a una persona. Esta posición omite categóricamente la acción formadora del otro. Después hablaran por ahí de un nuevo “escándalo” seguramente. La iglesia ofrece un marco regulatoria taxativo: parirás. Condena el aborto y te muestran videitos de un feto defendiéndose del asesino, como si esto existiera durante las 12 semanas en las que se pretende despenalizar el aborto. No alienta la maternidad responsable ni condena la irresponsable. Tampoco alienta el uso de medios anticonceptivos, dice mentiras burdas al respecto. Miente con descaro. Dice que defiende la vida. Claro. Llenate de hijos y crialos como puedas, problema tuyo. Yo te ofrezco este imperativo: procrea. Después arreglate. Sino es un escándalo. Y así ando por el mundo denunciando escándalos. Yo ya no se si es Bergoglio o Nazarena Velez la que habla, con tanto escándalo, digo. El escándalo de la pobreza. Como si no hubiesen festejado un modelo que generó exclusión sistemáticamente. Eso en mi barrio se llama hipocresía. Yo denunciaría el escándalo de la riqueza de la iglesia que mis impuestos pagan a pesar de que soy profundamente ateo. El escándalo de los curas violadores. El escándalo de la complicidad de la iglesia con cuanto golpe de estado hubo. El escándalo de la mentira vil y el cinismo. Porque decir que el preservativo no previene el contagio de HIV es una mentira. Y no cualquier mentira. Una mentira que produce muertes. Otra entre tantas. Obligar la maternidad produce muertes. No defiende la vida. Eso es mentira. Pura hipocresía.



          La iglesia funciona y funcionó siempre como un dispositivo de muerte, la historia esta ahí para el que quiera leerla. Deberíamos poder considerar este y otros temas por fuera de la moral y las buenas costumbres del catolicismo dado el dato obvio de que primero somos civiles y después, capaz, católicos. La capacidad de acción de la iglesia debería estar restringida a sus fieles que son, en última instancia, los que se molestan en ir hasta una iglesia a escuchar las sandeces del señor de turno. Si otros no nos ocupamos en tan noble tarea será porque no interesa, no se comparte o incluso se combate ese discurso.  El escándalo de la blasfema, de la apología del delito, será. ¿Qué me importa? ¿Sabes que Bergoglio? Chupala, seguro que te gusta.
           

3 comentarios:

  1. jajaa. me encanta!!! tati, te FELICITO por tan maravilloso blog y bienvenido al mundo bloger.

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  2. Hace falta un severo debate sobre esto... y sobre lo público

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